El abuelo Severino tenía una libreta donde anotaba las recetas de todas sus elaboraciones. El mismo abuelo Severino, Severino Fernández Fombona, que en 1908 puso en marcha una empresa de embutidos curados, salazones y cocidos bajo el nombre de El Hórreo, que tomó de la construcción tradicional que se levanta en la antojana de la casería anexa a la fábrica, en Noreña (Asturias). Después de un siglo de actividad que la han convertido en la pyme chacinera más antigua de la región, este espacio se queda pequeño para cumplir los planes de expansión de la compañía, que se trasladará en los próximos días a unas nuevas instalaciones en Meres (Siero). Eso sí, sin abandonar el reto siempre presente de apostar por la I+D+I y aplicar la investigación para fabricar embutidos más saludables.

1908 fue un año destacado en la vida de Severino Fernández Fombona: contrajo matrimonio y puso en marcha su fábrica de embutidos y salazones en el municipio asturiano de Noreña, famoso por la cantidad de industrias chacineras que allí se asientan. Era un hombre de ideas avanzadas y tuvo buen cuidado de registrar la marca de sus productos, para asegurarse así la identidad de los mismos.

Después de su muerte y tras varios años de vicisitudes, en los que la compañía convertida en sociedad anónima llegó a disolverse, en 1982 El Hórreo reabre como empresa. Lo hizo de mano de una heredera directa: María Carmen Fernández.

Dos de sus hijos y nietos del abuelo Severino, José Severino y Joaquín Monte Fernández, quienes hoy dirigen la empresa junto con su hermana Carmen, recuerdan como en los 90 afrontaron unos años de crisis cogiendo la maleta y acudiendo a los mercados exteriores. Recorriendo las ferias de alimentación, se dieron cuenta de que los embutidos ahumados no vendían porque no encajaban con el gusto de los consumidores extranjeros y de muchos españoles. Reestructuraron sus secaderos de humo, que convirtieron en secaderos de atmósfera controlada, para complacer así a todos los paladares.

En la década de los 2000 comenzaron a exportar y a incorporar personal cualificado en una empresa hasta entonces de carácter familiar. No quedaba otro camino si querían competir en el mercado. Desde entonces, esta apuesta por la innovación es una de las señas de identidad de El Hórreo, en una búsqueda de embutidos más saludables, del gusto de los consumidores actuales, aunque sin perder el carácter tradicional de la compañía.

El Hórreo Healthy Food no se limita a producir embutidos y otros productos chacineros de toda la vida. También ha puesto en marcha una línea de productos gourmet, bajo el sello 1908, e impulsa su propio centro tecnológico, vendiendo conocimiento a otras empresas. La vieja fábrica se le queda pequeña para dar cabida a todos estos proyectos. Por eso, en los próximos días se trasladará a una nave de 3.000 metros cuadrados en Meres (Siero). Es el primer paso del plan de expansión de la compañía, que tiene previsto en los próximos años multiplicar su facturación.

Este nuevo espacio más amplio permitirá multiplicar por cuatro la capacidad de producción y fabricar hasta 2.000 toneladas de embutidos y otras elaboraciones. Así, El Hórreo podrá competir con nuevos productos y líneas de negocio en los mercados nacional e internacional. De hecho, la empresa tiene previsto duplicar los países a los exporta, pasando de 12 a 24. Y para conseguir estos objetivos de expansión creará 12 nuevos puestos de trabajo, muchos de ellos cualificados.