La morcilla, elevada al Olimpo de los superalimentos

Una web británica califica a la morcilla de superalimento por su alto contenido en hierro, zinc y otros minerales no muy habituales en la dieta moderna

Son días de etiquetas y no solo de las que nos gustan, aquellas que ofrecen una detallada información nutricional de los productos, de su punto de origen, de su trazabilidad. Etiquetamos nuestro entorno para definirlo de la forma más simple e imprecisa: bueno o malo; caro o barato; verdad o mentira.

Los alimentos no son ajenos a esta corriente que arrastra cualquier elemento a su paso y los embutidos son, en concreto, sacrificadas víctimas de la simplificación. No hay alimentos buenos o malos, hay dietas equilibradas y dietas que no lo son. Con esta aclaración por delante, os hablamos de la morcilla, antes denostada y ahora considerada un súperalimento.

¡Allá vamos!

Morcilla y superalimento parecían dos términos que no casaban. Hasta que una tienda británica especializada en venta por internet de comida sana (MuscleFood) declaró al ‘black pudding’ uno de los nuevos superalimentos. Los altos contenidos de proteínas, potasio, magnesio, zinc, calcio y hierro y el hecho de ser baja en carbohidratos, elevaron a esta versión inglesa de la morcilla al Olimpo de los superalimentos.

Así se considera a aquellos alimentos que, por su alta concentración en antioxidantes, grasas saludables, vitaminas y/o minerales, son beneficiosos para la salud. A la quinoa, el aceite de oliva virgen o las legumbres, se sumaba la morcilla. Al menos, para los promotores de la web británica, que causaron un enorme revuelo mediático y consiguieron que las ventas del ‘black pudding’ se multiplicaran por ocho en apenas unos días. Hoy conoceremos los motivos de la exaltación de la morcilla.

En su origen, el ser humano comió para sobrevivir. No tardaría mucho en descubrir el placer del sabor. Más tarde, comprobó que unos alimentos, o más bien sus componentes, tenían más beneficios que otros para cumplir unas funciones vitales: por ejemplo, los hidratos de carbono le aportaban energía o la fibra mejoraba su tránsito intestinal.

Pero lo último, lo más en boga, es comer para estar sano, ingerir unos determinados productos por sus propiedades, pese a que los expertos advierten de que los denominados superalimentos no tienen ‘superpoderes’, no nos dan la salud por sí solos. Lo que hay que hacer, insisten, es llevar una dieta equilibrada y variada, comer de todo pero moderadamente, y mejor si consumimos productos de proximidad.

Antes de conseguir el ‘título’ de superalimento, de ser bendecida por sus altos contenidos en minerales, hierro y proteínas por MuscleFood, portal británico de venta por internet con más de 700.000 seguidores sólo en Facebook, la morcilla era un alimento casi demonizado. Los motivos, su aporte calórico y su alto contenido en grasas. Un hecho innegable, por lo que los nutricionistas recomiendan consumirla sólo de manera puntual…

Fuente de hierro

 

¿O no? Porque lo que tampoco se puede discutir es que es una extraordinaria fuente de hierro, un mineral esencial que incorporamos a nuestras células a través de los alimentos y que forma parte de proteínas como la hemoglobina o la mioglobina, responsables del transporte y el almacenamiento del oxígeno. La morcilla contiene 12 miligramos de hierro por cada 100 gramos, más que las necesidades diarias de un adulto que son de 9 miligramos al día. Los expertos han observado que amplios grupos de población no cubren esta ingesta mínima, con el consiguiente peligro de padecer una anemia ferropénica. Sus indeseables síntomas son, entre otros, fatiga extrema, debilidad, dificultad para respirar, dolor de cabeza o mareos.

Y aunque el hierro se encuentra en alimentos con mucha mejor prensa como verduras y legumbres, lo cierto es que el hierro hemo, presente en los alimentos de origen animal como es el caso de la morcilla, presenta una alta biodisponibilidad. En definitiva, se absorbe mejor por nuestro organismo que el hierro no hemo, presente en los alimentos de origen vegetal y aquellos enriquecidos con hierro. No hay que olvidar que, aunque nos pongamos las botas de alimentos ricos en este mineral, nuestro intestino sólo absorbe entre el 10 y el 15% del hierro que ingerimos. A esto hay que sumarle que hay alimentos que potencian su absorción, como los cítricos, y otros que la inhiben, como el café o los lácteos.

Alto contenido en proteínas y minerales

 

Otro de los argumentos a favor de la ‘candidatura’ de la morcilla al título de ‘Superalimento’ es su alto contenido en otros minerales, como el magnesio, el zinc y el calcio, y de proteínas. Si bien es verdad que la población en general no andamos muy sobrados de hierro, lo cierto es que, por ejemplo, de proteínas estamos bien servidos: hoy en día, la mayoría de los adultos consumimos al menos entre una vez y media y dos veces más de las que necesitamos para vivir.

Superalimento o no, más allá de sus beneficios y propiedades, lo cierto es que la morcilla es un alimento que podemos incluir en nuestra dieta por su sabor. Por mero placer culinario. Quizá no a diario, pero sí de forma puntual. Lo importante es elegir una morcilla con garantía de calidad y producida con el mínimo de conservantes y sal, como las elaboramos en El Hórreo Healthy Food. Para ofrecer al consumidor un producto rico y, además, saludable. No en vano ha sido sometida a un cuidado proceso que aumenta sus cualidades y destaca sus matices, y en el que se han reducido, hasta prácticamente hacerlos desaparecer, los componentes cancerígenos derivados del ahumado tradicional.